111 años cumple nuestro
querido River Plate. Festejo de la pasión de cada uno de nosotros. Festejo del
corazón cruzado con una banda roja.
Celebramos un nuevo 25
de mayo, envueltos en profundo dolor, y en profundas dudas. Pero en medio
siempre está la certeza. River es para cada uno de nosotros, una verdadera
revolución interior. Pero no esa revolución que inventan algunos para hacer
lucro desde programas haciéndonos creer que necesitábamos la B para saberlo.
Revolución que vivimos siempre en nuestro corazón.
Cumpleaños que nos
lleva a sentir cada año, como decimos entre los amigos de la Sivori Baja, que
el Monumental es nuestra segunda casa.
Mi viejo (hincha de
Independiente) me llevó por primera vez. A los 4 años. Un partido contra
Quilmes. Ganó River 1 a 0. Mi viejo de la mano me subió a la popular. Y nunca más
me fui de ahí. Futbolero el viejo, los sábados veíamos a Defensores de
Belgrano, y sino a Deportivo Italiano que jugaba de local en Platense. Pero
siempre al Monumental.
Se fue el viejo cuando
yo tenía 14 años. Y cada vez que entro a mi segunda casa, me lleno el corazón
de homenaje a su presencia de siempre.
Segunda casa donde viví
alegrías. Donde grité campeón miles de veces. Donde nos abrazamos con millones
de personas que veo siempre y otras que veo solo un segundo. Monumental que me
llenó de amigos. Monumental donde lloré sentado en mi lugar de siempre, la
tristeza más grande de nuestra historia. Y hace muchos años ese lugar, el lugar
de los amigos, el que nadie ni nada nos podrá sacar. El asado antes del partido
y amistad compartida. El rincón nuestro, donde algunos se sientan y otros
caminamos y caminamos. No recuerdo haber visto jamás un partido de River
sentado. El lugar del querido Pablo, de Pupo, de los bigotes, de Pochi, el
lugar de Berge, del Lobo, de Alejo, de los diegos, el lugar de Aldo, y el
pasillo de Nico y de Marian. El querido Mono! Nuestro puteador de atrás, nuestras banderas, el
viejo Luis y tantos otros. ¡El limón! Maxi, el negro, el pollo y miles de caras
que son parte de cada uno de nosotros. Amistades que ya no son de “cancha”, son
de la vida.
Mi sobrino se llama
Enzo! En la despedida de Enzo tuve ídolo. River me llevó por rincones de todo
el país, y de otros países. Me siento parte de este mundo River. Peleo por el
club, busco que sea mejor.
Hoy celebramos el
cumpleaños 111 del club. Está devastado. Se robaron todo. Lo llevaron al peor
de los abismos. Un grupo de dirigentes y jugadores que no estuvieron a la
altura de nada y hasta algunos los vemos caminar por nuestra segunda casa. Pero
lo celebramos. Porque cada vez que uno de nosotros se pone el manto sagrado, se
activan los recuerdos. Nos sentimos envidiados por todos. Por que a cada
estadio que llegamos, se asombran de nosotros y de nuestra pasión. No sé cómo
terminará esto. Sí sé que los protagonistas de estos 111 años, somos los
hinchas. Los fanáticos y enfermos como nosotros. Los que nos precedieron en la
tribuna y los que estamos hoy. Los queridos vitalicios y viejos, y nosotros.
Que cuando vemos llegar
gente que viene solo por partidos importantes, nos reímos y los miramos con
risa, y nos decimos, estos vienen hoy nada más.
River, por mí, por mis
amigos, por las tribunas, por los campeonatos ganados, por ser el más grande,
por mi viejo. Por el Enzo, por el Beto, por el pato, por Ramón, por Ariel, por
Matías y por otros, feliz cumpleaños querido River.
En donde estés, la
pasión no se acaba nunca, y como dice el gran Alemán. Antes de haber nacido, ya
te estaba amando.
Gracias River, feliz
cumpleaños. ¡Uno que lo puede gritar con el alma estés donde estés!
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